Es asombroso que ya hayan pasado más de 30 años y, ahora con el nombre de Colectivo de Exiliados, estemos aquí reunidos para homenajear al Pastor Dressel!!!. Entonces éramos jóvenes y confiábamos en poder ayudar a cambiar el mundo en uno más humano y solidario. Hoy, 30 años después, junto a nuestros hijos e hijas, que en esa época eran pequeños, nuestros amigos y amigas, nuestros compañeros y compañeras de ruta y todos aquellos que han continuado manteniendo la utopía, hemos hecho una pausa para dedicar un lugar especial a este Homenaje. Algunos estamos presentes y otros nos están acompañando desde la distancia en Montevideo, en Managua, en Valparaíso, en Río, en Nuremberg, en Berlín, en Ciudad del Cabo, en Jerusalén, en Asunción, en Lisboa….
Los integrantes del Colectivo fuimos parte un proyecto especial de la Oekumenisches Studienwerk de Bochum, Alemania que el Pastor presidía y motorizaba y a través del cual pudimos ser protegidos y salir de nuestros países. Todos sabemos los riesgos y dificultades, tanto de seguridad, como ideológicas y políticas que implican las acciones de esta naturaleza. Imaginamos las contingencias, las oposiciones, las contrariedades e incluso los miedos a las que debe haberse enfrentado tanto de él como quienes lo acompañaban en esta odisea.
Cuando pensamos en el Pastor Dressel estando en el exilio, lo recordamos preocupado, interesado por el estado de cada uno de nosotros, por nuestros sufrimientos, nuestros problemas, nuestras dificultades. Con su perenne pipa y su gran estatura física y de visita en casa de alguno de nosotros, nos preguntaba sobre nuestras historias, nuestras expectativas, nuestras angustias. Nos avisaba de la llegada de nuevos exiliados, de los avances y retrocesos de sus negociaciones con ámbitos estatales o miembros de la propia institución, de los resultados de algunos de sus frecuentes viajes.
También fue el encargado de comunicarnos las malas noticias, como cuando pusieron la bomba y robaron la documentación en Argentina en las oficinas donde estaban los datos de los que nos habíamos exiliado, o el suicidio de un compañero….. En el ámbito comunitario de la Oekumenisches procuraba que las charlas públicas se destinaran a informar acerca de los problemas del que en esos momentos se reconocía como el Tercer Mundo, los conflictos, las luchas, las diferentes situaciones políticas y que fuéramos los exiliada/os los que expusiéramos los temas.
Toda su vida la ha dedicado a la pelea por la reivindicación de los Derechos Humanos. Aún hoy pertenece a una institución Alemana que se ocupa de esta problemática y es importante su producción escrita al respecto, fundamentalmente en alemán y portugués.
Con este agradecimiento, en el Pastor Dressel queremos también significar a muchos hombres y mujeres que en tiempos de las dictaduras militares del Cono Sur, de Asia, África u otros lugares lejanos de la Tierra reconocieron la profundidad de los conflictos que se estaban viviendo en cada una de esas sociedades y tuvieron la capacidad y la fuerza para entender, comprometerse y promover acciones tendientes a defender los valores más importantes para el ser humano, entre ellos la vida de las personas.
Es también esta una oportunidad más para resignificar el lugar del exilio en la historia de nuestro país y quizás también en la de los otros. Es tiempo de volver a colocar en la agenda social el tema del exilio como un tema importante. Hay cuestiones aún no resueltas que merecen una profunda reflexión colectiva. Queremos ser partícipes de ella y estamos también dispuestos a promoverla.
Hoy es para nosotros un día de fiesta. Celebramos este homenaje al Pastor en un ámbito oficial, reencontrándonos con compañeros, amigos y con permanentes luchadores por los DDHH. Con ello también celebramos la vida.